EL DESCENSO
El descenso nos llama
como nos llamó el ascenso.
La memoria es una especie
de consumación,
de renacimiento
incluso
un comienzo, pues los espacios que abre son lugares nuevos habitados por multitudes hasta ahora
impensadas,
nuevas especies
cuyos movimientos
se dirigen hacia nuevos objetivos
(antes incluso de que fueran abandonados).
Ninguna derrota está hecha totalmente de derrota,
pues el mundo que abre es siempre un lugar
antes
insospechado. Un
mundo perdido,
un mundo insospechado,
que llama a nuevos lugares
y no hay blancura (perdida) tan blanca como la memoria
de lo blanco.
Con la tarde, el amor despierta
aunque sus sombras
vivas aún
por la luz del sol
crecen soñolientas y se desprenden
del deseo
El amor ya sin sombras se agita
comienza a despertar
mientras la noche
avanza.
El descenso
hecho de desesperanzas
y sin consumación
nos revela un nuevo despertar:
que es el otro lado
de la desesperación.
Por lo que no pudimos llegar a consumar, por aquello
negado al amor,
por lo que perdimos en la expectativa
el descenso continúa
sin fin e indestructible.
("The descent" incluido en The desert music and other poems, 1954)
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