miércoles, 25 de junio de 2008

HOSTAL, CARRETERA

Hay un extraño atractivo mitológico en los hostales a pie de carretera. Allí uno es capaz de disfrutar de una decadente forma de ver el mundo. Se trata de lugares que no son ciertamente lugares, sino espacios para el tránsito o para desaparecer. Sin embargo, la necesaria construcción de autovías y autopistas, va dejando de lado, y muy lejos de la circulación, estos ya infernales lugares. Por ejemplo, este viejo lugar desde donde escribo, muy cerca de un desguace, fue en sus buenos tiempos un punto neurálgico clave. Antes de que a menos de un kilómetro hacia el norte construyeran la autovía desviando el curso natural de la rutina, por este lugar circulaban diariamente miles de coches, de camiones, de autocares. El grueso de la circulación que atravesaba España pasaba irremediablemente frente a su puerta. Era algo así como el centro de una red donde los hombres de negocios, los viajantes, los camioneros o simplemente las familias, cruzaban sus vidas por un instante. Y en ello había algo mágico. Sobre sus ya viejas mesas de madera de haya se han firmado contratos, se ha discutido de fútbol, se han comido gruesos pinchos de tortilla, se han mirado de cerca los amantes, se han odiado de cerca los amantes, se han tallado nombres dentro de corazones mal dibujados cuando el confiado camarero no miraba… Pero los planes estratégicos de infraestructuras dieron la vuelta a todo. De aquello apenas queda un olvidado neón del que aún se debe algún plazo, una cantidad ingente de sillas que nadie utilizará (pero que se mantienen amontonadas con la vana esperanza de un tiempo mejor) y un pequeño cobertizo semicubierto en la parte trasera que en su día tuvo la intención de ser la ampliación del restaurante y que ha terminando siendo un almacén cubierto de plásticos. Nada más. Las fábricas de alrededor fueron también desapareciendo poco a poco: una pequeña empresa de matricería y estampación fue la primera, luego un taller de carpintería metálica, una fábrica de piensos, un taller mecánico y finalmente un club de alterne. Todo acabó esfumándose dejando como huellas sus pesadas y grises ruinas. Tan sólo el golpe metálico de un coche a punto de desaparecer entre dos tenazas enormes nos recuerda la presencia cercana del viejo desguace y de un pasado mejor. De los veinte camareros ahora sólo quedan tres.

(publicado el día 25 de junio de 2008, en El mundo ed. Cantabria)

sábado, 21 de junio de 2008

EL ACARICIADOR



El verano de 1987 el pueblo de Almendralejo se hizo famoso por una ola de calor, pero también por el célebre caso del acariciador loco. Imaginen el calor superando los cuarenta grados, gente incapaz de salir a la calle, ancianos moribundos que sufren pesadas alucinaciones, personas que ven que su sueño peligra, que se desnudan y se acuestan con el deseo inalcanzable de que el calor se ahuyente de sus casas. Y todo en vano. Sin embargo lo que no sabían los habitantes de Almendralejo es que les acechaba el acariciador loco. Este sujeto esperaba a que llegara la noche. Así, cuando todas las ventanas de todas las casas quedaban abiertas de par en par tratando de hallar una mínima corriente de aire que no llegaba, él se colaba en las alcobas, se metía en las camas de los desconocidos, desnudos, destapados y desprotegidos, y se dedicaba a acariciar los genitales masculinos que pillaba. Eso ocurrió noche tras noche, casa tras casa, durante aquel fatídico verano de 1987. Aquellos hombres sudorosos, cansados por el calor pegajoso como el alquitrán, eran sus víctimas inocentes. El acariciador pasó desapercibido porque aquellos hombres apenas se resistían a sus caricias, dormidos y cansados como estaban. Hasta que alguien, un alguien que debió despertar en medio del show del acariciador, despertó y lo denunció. Ahí quedó descubierto el asunto. Sin embargo, una sombra de duda caló a los ciudadanos de Almendralejo, se miraban desconfiados los unos a los otros, las mujeres se sentían traicionadas y los hombres vejados, sucios en su hombría: ¿en cuántas casas se había colado el acariciador? Más aún, ¿cuántos de sus vecinos habían sido acariciados?, ¿cuántos genitales habían sido palpados sin que sus dueños se enterasen? Tocamientos que habían pasado como leves jugueteos de la esposa dormida. Así lo describió un acariciado: Uno piensa que es la mujer y se deja querer durante unos segundos. En fin, todos podemos confundirnos
El sexo confunde, el acariciador lo descubrió y recientemente también un hombre en Málaga que después de una borrachera en una fiesta con familiares se fue a acostar junto a su esposa con la que hizo el amor. Sin embargo al despertar descubrió que a quien tenía debajo no era su esposa sino a su primo. En fin, llega el verano. Cierren bien sus ventanas. No inviten a familiares.

(publicado el día 19 de junio de 2008, en El mundo ed. Cantabria)

viernes, 13 de junio de 2008

EL PATRIOTA


Un equipo de la Universidad de Queensland se esfuerza en demostrar la existencia de vida en los nanobios. La herramienta principal del equipo es un microscopio electrónico de barrido Jeol 890, un instrumento capaz de aumentar los objetos casi un millón de veces. Bien, pues ni usando el microscopio electrónico de barrido Jeol 890 podría hallar en mí interés alguno, ni mucho menos sentimiento, relativo a lo que llamamos nación, patria o región. Lo he intentado, de veras. He tratado de decirme soy español, me he puesto la mano en el pecho, he revisado su cultura, su historia, su tradición, he visto partidos de todas sus selecciones, he recurrido a la Universidad de Queensland, y nada. También me he dicho soy cantabro, y eso quizá ha sido peor. En fin, que me daba igual. Sin embargo, al leer a Vivanco encuentro una afinidad: “Ser español ocupa un puesto secundario en el orden de importancia de las cosas que soy. A mí, que no soy patriota, y que no siento a España como nación o unidad de destino, me coge España o el amor a la patria por dos cosas: la geografía, el puro paisaje, y la lengua, el idioma”. Eso se asemeja más. Paisaje e idioma y quizá algo más, administración. Creo en la nación, por ejemplo, como eje administrativo, como regulador o árbitro, y punto. ¿Por qué ha de imponérsenos una idea sentimental de nación? El nacionalismo, de cualquier clase, es una lacra y lo es sobre todo por ser sinónimo de sentimentalismo, y el sentimentalismo patriótico y prepotente nos ha llevado muchas, muchísimas veces al desastre. Identificarse con símbolos, ya sean banderas, escudos e himnos, no es sinónimo de unidad como algunos quieren hacer creer, sino conciencia plena de exclusión. Quien no se identifique o no quepa en su exclusiva simbología nada tiene que hacer. Lo importante de un Estado es saber administrar sus diferencias, lo peligroso: identificarse con símbolos y sentimentalismos de otro siglo.
Como resumen me apropio de un poema de Carmelo Iribarren: mi mujer y mi hijo, estas paredes y estos libros, un puñado de buenos amigos aquí y allá que me quieren –y a los que yo quiero de verdad-, las olas del cantábrico en septiembre. Tres bares, cuatro con algún otro garito de otra ciudad. Aunque sé que me dejo algunas cosas, puedo decir que, de ser algo, ésa es mi patria. Lo demás son historias.

(publicado el día 13 de junio de 2008, en El mundo ed. Cantabria)

miércoles, 11 de junio de 2008

LUIS FELIPE VIVANCO, SIN PREJUICIOS



Luis Felipe Vivanco (1907-1975) fue un tipo y un poeta con mala suerte. Un poeta desafortunado. Un poeta cuyo primer libro apareció cercano el mes de julio de 1936 y cuya muerte coincidió en día y casi hora con la de Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco y Bahamonde Salgado Pardo (hasta su nombre era feo). Mala suerte, sí, reconozcámoslo. Mala suerte para el poeta, claro. Pero además debemos sumar a ello un error, un pecado de juventud del que se arrepentirá toda su vida: confundir su catolicismo, sano, personal y coherente, con cierto terrible catolicismo castizo, cruel y español. Este error, esta confusión juvenil le llevó durante unos años a tontear con la derecha más chunga y a situarse cerca de la Falange junto a Dionisio Ridruejo y Luis Rosales. Pronto se dará cuenta, al inicio de la década de 1940, de su terrible error. Sin embargo, este hecho, como un virus indestructible lo etiquetará de falangista hasta su muerte, lo que ha impedido la lectura profunda y atenta de su obra. Se trata, sin duda, de un poeta de alto aliento, potente, fuerte, que fue a más, siendo su último libro Prosas propicias (1976), libro publicado póstumamente, una valiente obra de vanguardia que cerraba una impecable trayectoria poética. Hay tres periodos fundamentales en la poesía de Vivanco. Un periodo inicial clasicista, algo frío y en algunos poemas claramente esteticista que comprende los libros Cantos de primavera y Tiempo de dolor (1940). Tras la guerra civil, situado ya en la órbita de la revista Escorial, encontramos a un poeta vivo y dinámico, que escribe algunos de sus mejores libros como Continuación de la vida (1949), donde hallamos poemas verdaderamente importantes como “La embriagada” y El descampado (1957) donde desde una poesía de corte realista explota intensamente la imagen sugerente del descampado como aquel sujeto obligado a vivir fuera de la naturaleza, expulsado, en un estado fronterizo entre la civilización y la naturaleza. Quizá quepa ver esta imagen como metáfora de su propia situación vital ante un régimen dentro del cual se siente perdido. Entre 1949 y 1950 participa activamente en La Escuela de Altamira, unas jornadas de arte contemporáneo llevadas a cabo en Santillana del Mar y donde lo hallamos junto a nombres como Ángel Ferrant o Ricardo Gullón. En 1950 publica en la revista santanderina Proel una interesante poética (“Aproximándome a la poesía temporal y realista”) donde expone su llamado realismo intimista trascendente. Allí proponía una mirada a la realidad pero haciendo que ésta quedara integrada en la imaginación particular del poeta, es decir, tratando de evitar que el poema se tornase simple documento oficial. El año 1958 será, sin embargo, año de transformación. No sólo publica su indispensable Introducción a la poesía española contemporánea, sino que traza un cambio fundamental en su poética con la publicación de
El libro tiene como germen una serie de poemas surrealistas publicados en el lejano 1928, inducidos por su amigo entonces Rafael Alberti. Junto a esos poemas escribe otros nuevos donde la orbita surreal empaña su escritura. Un libro, quizá, de lo más impactante de su producción, pero que apenas fue entendido en una época como aquella de 1958. Traduce y edita entonces al Larrea creacionista y vuelve a proyectar un libro de vanguardia que finalmente no verá publicado en vida como es el ya citado Prosas propicias. Se trata de un poeta que merece la pena ser leído sin los anteojos etiquetadores que nos tiñen de prejuicios.
El pasado año 2007 se cumplieron cien años de su muerte y se pasó sobre él de puntillas. Hoy la vuelta a su Diario, escrito entre 1946 y 1975, es sin duda un ejercicio de historia o de intrahistoria, como gustaba decir. Su diario es un taller de poemas y de reflexiones que no deja a nadie indiferente y que además nos permite descubrir al hombre atormentado, exiliado interior y poco comprendido que fue. Hallamos arrepentimiento y autocrítica: “el daño que me ha hecho [la política] en dos épocas de mi vida FUE y Falange” (1946). Afirmaciones de su catolicismo y críticas al catolicismo español: “soy católico de izquierdas porque creo que la Biblia es un libro maravilloso. (Los católicos de derechas no leen la Biblia)”, o “tal vez nuestros arzobispos sean más franquistas que papistas” (1956). Críticas a la situación cultural y política de España: “Todo lo que tiene calidad en España es antifranquista” o mientras veranea en Loredo apunta en su diario “¡Qué gusto saber que hay en Francia y en Italia juventudes sin estos campamentos, sin 18 de julio!” (1956). Todo esto deriva en una jugosa y compartida, a mi entender, forma de comprender España, y el concepto de patria: “Ser español ocupa un puesto secundario en el orden de importancia de las cosas que soy” o “A mí, que no soy patriota, y que no siento a España como nación o unidad de destino en lo universal, etc., me coge España o el amor a la patria por dos cosas: la geografía, el puro paisaje, y la lengua, el idioma” (1958). Deliciosas palabras de un poeta considerado franquista por muchos que en 1963 escribe en su diario: “entra en mi cuarto de soñador antifranquista el viento frío gallego”. Esto es sólo un ejemplo de un diario, de una vida y de un poeta fascinantes. Lean, traten de hallar y de leer sin prejuicios la obra de Luis Felipe Vivanco y disfruten todo lo que puedan.

(Publicado el día 11 de junio en El diario montañés)

viernes, 6 de junio de 2008

I LOVE THE MOZA´S

Por encima de mi careto, ya me veis con exceso de cabellera y media sonrisa de chulapo venido a menos, y por encima del título que aún no he decidido, se puede leer el nombre genérico y acogedor de esta columna, bajo el cual todos los columnistas nos cuadramos: Al este del oeste. Ignoro el por qué de este título, pero desde que comencé a colaborar me ha llamado enormemente la atención. Y lo ha hecho por un motivo sentimental. Al este del oeste es mi película favorita del olvidado y nada reconocido Mariano Ozores.

Al este del oeste (1984) es una de esas películas, hoy un tanto frikis, de humor idiota, que no surrealista, pero que provoca la risa brutal del espectador. Entre sus protagonistas hallamos a Esteso, Ozores, o Juanito Navarro. Al este del oeste es una película que alguien sabiamente a denominado de paella werstern. Su argumento es “simple”: los habitantes de un pueblecito están atemorizados por dos bandas de ladrones que les asaltan todas las semanas. El alcalde ha escrito una carta a Bill “Pistolas de Oro” (Esteso), el hombre más rápido del oeste. El vaquero ha prometido ayudarles en lo que pueda. A partir de ese momento puede decirse que la trama desaparece y que en su lugar se van encadenando secuencias sin sentido aparente y de una absurdidad desternillante. Hay varios momentos clave: las patatas que planta un indio (Juanito Navarro) salen de la tierra con la redecilla dispuestas para su consumo, o el momento en el que el camarero pregunta a Esteso “qué va a ser” y éste responde: “naranjero como mi padre”. Sin embargo, el momento clave está en su banda sonora, una canción perfectamente entonada por Esteso donde le oímos narrar una “historia” que da el “sentido” a la película. Ésta es la letra: “The sky with sun que te torras, / White Label, Chivas, Long Jhon, / el Dyc se lo drink your father / the better is the Glenn Horse / My name is Bill Golden Pistols, / my horse is Silver: away! / I go por todo el Oeste to kill malo's pipóls / I love the moza's, que yo me tropiezo in my way”.

Ya no valen las distinciones entre alta y baja cultura. Todo vale, hasta ser un drácula ye-ye, como cantaba Pajares hace ya cuarenta años. Yo hice a Roque III, La Lola nos lleva al huerto o Los bingueros. Títulos inolvidables que merecen su estudio sociológico. Llegará.


(publicado el día 6 de junio de 2008, en El mundo ed. Cantabria)