Yo quería que [la revista] Ambit diera más cabida a la ciencia, pues la ciencia estaba cambiando el mundo, y menos a la poesía. Cuando me preguntaban cuál era mi política como supuesto editor de Ambit, contestaba: deshacerme de la poesía. Duespués de conocer al doctor Christopher Evans, un psicólogo que trabajaba en el Laboratorio Nacional de Física, cerca de Shepperton, le pedí que colaborara en la revista. Publicamos una extraordinaria serie de poemas generados por ordenador, que según Martin eran tan bueno como los auténticos. Yo fui más allá: eran auténticos.
J. G. Ballard, Milagros de vida, p. 180.
J. G. Ballard, Milagros de vida, p. 180.
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