Alexis de Tocqueville, Quince días en las soledades americanas, Barataria, Barcelona, 2005
En 1831, Alexis de Tocqueville se embarca con su amigo y compañero de la carrera judicial Gustave de Beaumont camino de Estados Unidos. Quince días en las soledades americanas es un apunte vital y evocador de una extraordinaria frescura que nos permite asistir al proceso de colonización estadounidense. En este caso no el de las praderas del medio Oeste, popularizado y mistificado por el cine, sino el de los inabarcables bosques de la región de los Grandes Lagos. En estos párrafos Tocqueville nos presenta un retrato en el que se entrelaza el proceso de construcción de la sociedad estadounidense con la inexorable destrucción tanto del entorno natural como de las tribus indias que desde antaño lo habitaban. Fascinado por las tierras vírgenes, admira sin embargo el titánico empuje de los pioneros. Se trata de un texto teñido de nostalgia y de un cierto fatalismo en el que se traslucen ya temas radicalmente contemporáneos, como esa preocupación tan actual por la fragilidad de la naturaleza o por la enorme capacidad del ser humano para transformar su entorno.
Un libro, un viaje prionero en eso de recorrer los desiertos americanos. El espíritu del lirbo lo resume así Tocqueville: "Todos los americanos quieren que recorramos las más bellas carreteras y los settlements más antiguos. Nostros preferimos la wilderness y los salvajes, pero no nos atrevemos a confesarlo". ¿De alguna manera será el precedente directo de los viajeros del land art?
En 1831, Alexis de Tocqueville se embarca con su amigo y compañero de la carrera judicial Gustave de Beaumont camino de Estados Unidos. Quince días en las soledades americanas es un apunte vital y evocador de una extraordinaria frescura que nos permite asistir al proceso de colonización estadounidense. En este caso no el de las praderas del medio Oeste, popularizado y mistificado por el cine, sino el de los inabarcables bosques de la región de los Grandes Lagos. En estos párrafos Tocqueville nos presenta un retrato en el que se entrelaza el proceso de construcción de la sociedad estadounidense con la inexorable destrucción tanto del entorno natural como de las tribus indias que desde antaño lo habitaban. Fascinado por las tierras vírgenes, admira sin embargo el titánico empuje de los pioneros. Se trata de un texto teñido de nostalgia y de un cierto fatalismo en el que se traslucen ya temas radicalmente contemporáneos, como esa preocupación tan actual por la fragilidad de la naturaleza o por la enorme capacidad del ser humano para transformar su entorno.
Un libro, un viaje prionero en eso de recorrer los desiertos americanos. El espíritu del lirbo lo resume así Tocqueville: "Todos los americanos quieren que recorramos las más bellas carreteras y los settlements más antiguos. Nostros preferimos la wilderness y los salvajes, pero no nos atrevemos a confesarlo". ¿De alguna manera será el precedente directo de los viajeros del land art?
No hay comentarios:
Publicar un comentario