jueves, 13 de septiembre de 2012

POR OTRO APROPIACIONISMO. FRAGMENTOS DESHILACHADOS DE UN DISCURSO EN PROCESO SOBRE EL APROPIACIONISMO ACTUAL



    Hace justo ahora treinta años un sorprendido Douglas Crimp publicaba un artículo titulado “La apropiación de la apropiación”. En este artículo abordaba, precisamente, el modo en el que las instancias artísticas e institucionales se “apropian” del  “apropiacionismo”. Su tesis era simple: la apropiación como práctica y estrategia ha mutado en estilo, peligro del que ya avisase Duchamp en sus escritos, y que implica la transformación del apropiacionismo en estilo museístico. Y la transformación de una práctica crítica en un estilo implica la claudicación de esa práctica. O dicho de otra forma: alejado el apropiacionismo de su sentido crítico (y de su propia historicidad) lo que tenemos es simple y llanamente un nuevo manierismo, fácilmente manipulable. Escribía Crimp en 1982: “La estrategia de la apropiación ya no evidencia una posición con respecto a las condiciones de la cultura contemporánea. […] La apropiación, el pastiche, la cita; estos métodos se extienden a casi todos los aspectos de nuestra cultura, desde los productos más cínicamente calculados de la industria de la moda y el entretenimiento hasta las actividades críticas más comprometidas de los artistas. […] Si todos estos ámbitos de la cultura utilizan esta nueva operación, entonces dicha operación no puede ser índice de una reflexión específica”. Curiosamente treinta años después la apropiación se ha mistificado a través de la figura del DJ, por ejemplo, que en lugar de desarrollar un sentido crítico del apropiacionismo (lo cual implica una crítica a la orginalidad así como del concepto de autoría) ha aceptado su papel de autor, su ascenso a lo aurático. Treinta años después, el apropiacionismo es más estilo, más manierismo, que nunca. Basta leer algunas páginas del libro de Kenneth Goldsmith titulado Uncreative Writing para ello. Se desactiva la parte crítica del apropiacionismo (y del situacionismo) y la apropiación se convierte en ejercicio lúdico, apenas indiferenciable de los mecanismos de la publicidad, los medios, el mercado o los centros cívicos.
         [...]
      La desactivación del apropiacionismo —intuía hábilmente Crimp hace treinta años— vendría por este camino, por el hecho de su transformación en estilo, deshistorizado, alejado de su sentido como estrategia. Jacques Rancière ha incidido en ello igualmente, al hablar de el apropiacionismo actual como una mezcla de “expositor místico” y de “forma lúdica sin trasfondo”. Escribe: “El ensamblaje de toda cosa con cualquier otra, que pasaba ayer por subversivo, es hoy en día cada vez más homogéneo con el reino del todo está en todo periodístico y de la comba publicitaria”. De la subversión el apropiacionismo ha pasado a ejercicio de ingenio, a broma conceptual, a connivencia con la mercancía. 
       [...]
     Es necesario, quizá, volver al apropiacionismo por otro camino. Activar sus sentidos estratégicos y derribar su orden estilístico. Trasformar la información. Desordenar. Desactvar. Quizá, digo. O tal vez no. O tal vez cabe pensar, como hiciera Lucy R. Lippard, en la apuesta por el “Caballo de Troya”. Sí. Curiosamente hace casi también treinta años Lippard publicaba “Caballos de Troya: arte activista y poder”, y allí, al principio, escribía: “Tal vez el Caballo de Troya fuera la primera obra de arte activista. Basado por una parte en la subversión y, por otra, en la toma de poder, el arte activista interviene tanto desde dentro como más allá de la fortaleza sitiada en la alta cultura o “el mundo del arte””. ¿El Caballo de Troya como ejercicio y estrategia apropiacionista? [...]

2 comentarios:

observer dijo...

Alberto!!! paso por aquí a saludar, avisando que esta semana me meteré un maratón de tu bonito blog. ¡¡Lo tienes muy bonito!! por tus palabras, pensaba que sería el típico de plantilla a pelo... Un abrazo y hasta pronto compañero

-- Cesar aka Observer --

Alberto Santamaría dijo...

Hola César! Un placer tenerte por aquí. Iremos hablando/leyendo. Van abrazos.