lunes, 15 de septiembre de 2008

VINOSAURIOS



Me gusta beber cerveza. Sobre todo el primer trago. Qué bien me sabe, pienso. Alguien dijo que disfrutar de la cerveza implica tener la conciencia tranquila. No sé si es mi caso, pero disfruto enormemente de la cerveza y la disfruto aún más si tengo a mi lado a mi compañía femenina favorita. Esta vez estaba sólo, bueno, en realidad esperando que es otra forma de estar solo. Fue ahí cuando se sentó a mi lado un peculiar vinosaurio, como los llama un conocido poeta. Los vinosaurios son aquellos tipos que llevan escrito en su piel morena y cuarteada la señal de la derrota. Con sus andares lentos y torpes, con su ropa que les viene siempre grande, no porque la hayan heredado sino porque más bien ellos han encogido. Se sienta. Está ocupado amigo, le digo, pero le da igual. Me mira y pide un vino. Huele a calle, a lomo de perro mojado. Me pide un cigarro. No fumo. Deberías fumar, dice. Su aliento es de un espesor gaseoso poco definible. Es ahí cuando meto la pata. Digo no-sé-qué y entonces el vinosaurio se acerca y me cuenta su vida. Pide vino y bebe un vaso detrás de otro. Que estará una semana más por aquí porque ya no aguanta [vino 2]. Que recuperará el tiempo perdido [vino 3]. Que estará ahí sólo hasta cierto punto [vino 4]. Que la vida es como un teatro [vino 5]. No, mejor que la vida es como una fresadora, que hay que darle forma, ranura a ranura, para que tenga alguna utilidad [vino 6], que luego el bar es como una fresadora, y luego el amor es como una fresadora [vino 7], que el fútbol es como una inmensa fresadora [vino 8]. Que qué me parece este agujero sin clase [vino 9]. Que odia a su mujer [pausa]. Que odia a su hija [pausa]. Que necesita estar aquí estos días y sacarle a la gorda [su mujer] toda la pasta que pueda [vino 9 y 10]. Brindamos. Durante años había sido fresador, claro, hasta que lo despidieron. Le quedaba poco tiempo de vida y eso le había convertido en un jodido indeseable. Los humos, los líquidos de la fábrica donde había trabajado le habían convertido el páncreas en un zumo gris y peligroso. Sale dando tumbos hacia la luz del día que lo ciega como a un espeleólogo inexperto. Está claro que me toca pagar a mí. Aparece al fin mi compañía femenina favorita. Me mira sorprendida. Qué bien me sabe la cerveza cuando estoy contigo, pienso.

(Publicado en El Mundo, Ed. Cantabria)

6 comentarios:

Luna Miguel dijo...

Y al despertar el vinosaurio seguia alli?

cuadernogaviero dijo...

Qué bien sabe la cerveza en buena compañía

Alberto Santamaría dijo...

bien cierto es, gavieros. qué bien sabe casi todo en buena compañía.
abrazos

San Saurio dijo...

Me ha encantado, ¿me das permiso para ponerlo en mi blog?

Se llama "el vinosaurio" y creo que un poco de buena lectura le vendría bien.

Un saludo

http://elvinosaurio.blogspot.com/

Alberto Santamaría dijo...

claro que sí, vinosaurios, encantado de que lo publiquéis.
un saludo
alberto

San Saurio dijo...

Ya he publicado tu texto en el blog.
Gracias de nuevo, seguro que les gusta a muchos. Si conoces algún texto que tenga algo que ver con el mundo de los fósiles (dinosaurios, trogloditas...) te agradecería la reseña.

Un saludo y gracias.